HISTORIA DE UNA BICICLETA CON LAS RUEDAS PINCHADAS

1 jun 2014

Hacía dos años que Liz no sacaba su bicicleta granate a dar un paseo. Dos años, con sus días y con sus noches. La compró en un mercadillo vintage de Londres, en uno de esos días en los que compras bicicletas sin saber por qué. Ayer, harta de verla siempre apoyada en una pared, sola y llena de polvo, decidí invitarla a venir conmigo y mi amiga Macu a hacer unas fotos para el blog. Tras diez minutos de duda y tras pensárselo dos veces, accedió a venir con nosotras. Pese a no querer aceptarlo, tengo que decir, que me di cuenta casi desde el principio de que algo no iba bien. Las tres anduvimos durante un rato hasta encontrar algún sitio donde parar a sacar las primeras fotos del mes de junio. Una vez allí, durante los primeros cinco minutos, Macu, la vieja bicicleta de Liz, y yo; unimos fuerzas para hacer creer al mundo que las bicicletas no tienen ruedas. En esas estábamos cuando al escuchar por quinta vez consecutiva " es que sale la rueda", yo dije: "no importa, saca la rueda". Y es que no sé por qué nos empeñamos siempre en ocultar lo obvio. Y tampoco sé por qué nos empeñamos siempre en esconder lo malo que hay en nosotros y en los que nos rodean. Nadie es perfecto, todos tenemos alguna rueda pinchada, incluso hay quien tiene las dos, pero el primer paso para la reparación será no avergonzarse de ello. Y por supuesto, seguir pedaleando siempre, aunque te falte hasta el manillar.


Imágenes: Macu Quiñones

Llevo camisa de River Island, falda de Urban Outfitters y zapatillas Converse//I am wearing shirt from River Island, skirt from Urban Outfitters and Converse All Star.

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